jueves, 14 de junio de 2012

Crónica del partido Holanda 1-2 Alemania

En realidad, el resultado hace justicia a lo que sucedió en el terreno de juego. Por la mayor parte del encuentro, Alemania fue superior, sobre todo tácticamente. No tuvo realmente el control del balón, pero dictó el ritmo del juego e hizo diferencias cuando hizo falta. En realidad, sobre sufrió al final del encuentro, cuando Robin van Persie le puso dramatismo al descontar los dos goles con los que Mario Gomez había puesto adelante a la Mannschaft.

Los primeros minutos fueron de análisis. Van Maarwijk había sorprendido al dejar en la banca una vez más a Rafael van der Vaart y a Klaas-Jan Huntelaar, y alinear a Ibrahim Affelay. Por Alemania jugaban los de siempre. Como podía esperarse, fueron los naranjas los que se lanzaron en principio al frente, mientras los blancos aguantaban por la oportunidad que sabían que llegaría.

El momento arribó finalmente al minuto 24, cuando Gomez aprovechó un gran pase de Schweinsteiger, se dio la vuelta como bailarín y batió a Stekelenburg. El 1-0 no reflejaba del todo lo que pasaba en la cancha, pero lo hizo a partir de ese momento. Los holandeses se derrumbaron psicológicamente y los de Joachim Löw empezaron a generar oportunidades cada vez que tocaban la pelota. Así, no fue sorpresa que Gomez marcara su segundo tanto, tras imponerse a la flojísima marca de Mathijsen y definir de gran forma ante un Stekelenburg que ya estaba tirado antes de que saliera el balón.

Completamente desarticulados, los holandeses pedían el final del primer tiempo y, cuando llegó fue un verdadero alivio. Nadie se salvó de la debacle naranja. Van Persie falló una oportunidad clarísima, Robben no pudo hacer un solo regate, y Snejder simplemente era invisible. En defensa, las distracciones eran casi para reírse. Y eso parecía ser lo que hacían los alemanes cada vez que tenían la pelota.

Para la segunda mitad, van Maarwijk mandó a van der Vaart y Huntelaar, y apostó por un 4-2-4, que dejaba espacios enormes a la contra alemana. Dos veces estuvieron a punto de matar los germanos, pero en ambas Stekelenburg frustró a Hummels. Parecía cuestión de tiempo para que el partido terminara en goleada de escándalo.

Pero, de pronto, el calor de Kharkiv empezó a pasar factura a los alemanes, y Holanda se acordó de cómo jugar. Un disparo de van Persie obligó a una estirada salvadora de Neuer, otro envío de Sneijder se fue apenas desviado. Después fue Robben quien se acercó. Finalmente, llegó la justicia. Van Persie, terrible hasta entonces, se metió por el centro de la defensa alemana y recortó distancias con un potente disparo.

Quedaban aún diecisiete minutos y se asomaba la esperanza de una remontada histórica. Pero el gol había terminado con las últimas energías de los Oranje, que vieron cómo el tiempo se les escapaba sin poderlo evitar. Ahora, sin puntos en dos partidos, necesitan un milagro ante Portugal. O, por lo menos, sacar su mejor juego y esperar ayuda de su archirrival alemán. Vaya paradoja.

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