sábado, 16 de junio de 2012

Crónica del partido Grecia 1-0 Rusia


Que Grecia saliese a defender con prácticamente todos sus hombres no lo dudaba absolutamente nadie, ni en Polonia, ni en Grecia ni en el resto de Europa. Fernando Santos ha remozado al equipo griego de cara a esta Eurocopa, introduciendo varios jóvenes valores helenos que prometen muchas alegrías al país de Platón. Pero a pesar de ello, Grecia no está siendo capaz en ningún momento de tocar el balón con criterio y buscar al rival, más bien todo lo contrario. 


Por momentos, muchos durante el encuentro, Grecia jugaba con un 6-3-1, convirtiendo a los propios interiores del equipo, Katsouranis y Maniatis, en falsos centrales-laterales, incrustándose entre los defensores de banda, formando una maraña de jugadores casi imposible de sobrepasar por los delanteros y 'trequartistas' rusos.
Aunque los flashes durante esta Eurocopa en Rusia están yendo hacia Arshavin y Dzagoev, no sin razón, hay otros jugadores fundamentales para que el planteamiento de Advocaat sea fructífero. Uno de ellos estaba siendo Konstantin Zyryanov, que daba equilibrio a la medular y hacía a menudo de enganche entre la delantera y la mediapunta, compartiendo labor con Shirokov. Su ausencia por enfermedad se notó. 

El balón fue ruso desde el principio hasta prácticamente el final del partido. Durante la primera parte, Rusia dominó a su rival con absoluta comodidad, ya que Grecia no ofrecía nada que no fuera defensa a ultranza y contrataques insuficientes. Pero lo cierto es que Rusia no tenía profundidad, algo difícil de conseguir con el entramado defensivo heleno. La persecución que sufrió Andrei Arshavin fue abusiva, pero no menos destacable fue la que tenía encima uno de los 'Pichichis' de la Euro, Alan Dzagoev. El habilidoso jugador del CSKA se ofrecía a sus compañeros, pero no encontraba el espacio necesario para combinar con comodidad y encontrar los espacios para poner el pase preciso. 

Sí encontró el espacio Grecia de forma casi inverosímil por ser el primer tiro entre los tres palos de la portería de Malafeev. En el último suspiro de la primera parte, rusa de cabo a rabo, los griegos llevaron a cabo la jugada tantas veces utilizada por Roberto Carlos y Raúl: saque de banda profundo a la espalda de los centrales y definición en soledad con el portero, con la suerte esta vez que el toque de Ignasevich benefició la carrera del capitán griego. Karagounis, más listo que cualquier otro, aprovechó la situación para hacer soñar a los suyos con los cuartos. Poco pudo hacer el buen arquero ruso. 

Era imposible encontrar un mejor momento para hacer daño a Rusia que justo antes del descanso. Rusia salió con más intensidad tras la reanudación, pero con más precipitación y nervios sobre el cuerpo, precisamente lo que menos necesitaban. Aunque no estaban encontrando a Sifakis, las asociaciones de los de rojo eran mucho más precisas y creaban más sensación de peligro. De hecho, tuvieron más ocasiones en la segunda parte desde fuera del área que desde dentro de la misma. Además, la inseguridad de los de Advocaat abría más espacios a sus espaldas y en varias contras Grecia pudo matar el partido, como en una falta de Tzavellas que se estrelló en la misma escuadra.

La inteligencia que tiene el '10' griego le concedió el premio del gol, pero le jugó una mala pasada mediada la reanudación. En uno de los contragolpes de los que hoy vestían de blanco, el balón le llegó a Karagounis, que cayó dentro del área rusa, pidiendo a gritos un penalti que el árbitro no concedió. En vez de ello, le mostró una tarjeta amarilla que le impide jugar el partido de cuartos de final. Ciertamente da la impresión de que Katsouranis se tira voluntariamente y, aunque hay contacto con el defensa, es el propio griego el que busca la pierna rival.

Cuando la República Checa se adelantó en el otro partido del grupo, los rusos no podían dar crédito. Uno de los equipos que mejor fútbol había realizado en todo lo que llevábamos de Eurocopa estaba quedando fuera a las primeras de cambio. La historia del último partido de los grupos de 2004 se estaba volviendo a repetir. Muchos calificarán la clasificación de Grecia como la victoria del antifútbol, de un equipo que en ningún momento en los tres partidos disputados ha ofrecido nada, pero detrás de la poca vistosidad del juego griego hay un trabajo y una entrega fuera de lo común. La labor de Fernando Santos ha sido sensacional y el entendimiento con sus jugadores ha sido total. El corazón de jugadores como Katsouranis y Karagounis bien se merecía unos cuartos.

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